viernes, 27 de agosto de 2010

Kouri, Altuve, Raffo y Fujimori la misma senda

La actriz Ivonne Frayssinet aspirante a Teniente Alcaldesa por Cambio Radical (CR) no puede asumir la candidatura a la Alcaldía de Lima, tras la decisión del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) de excluir a Alex Kouri de la carrera electoral municipal; de acuerdo a las normas, la Lista de Cambio Radical (CR) al municipio de Lima continúa vigente, pero sin un candidato al cargo de Alcalde, ya que los plazos para reemplazar a los candidatos vencieron, en conclusión Cambio Radical (CR) corre sin candidato a la alcaldía y solamente con regidores.

Ivonne Frayssinet no puede asumir el rol de candidata a Alcalde, porque la Resolución No. 247-2010 del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) precisa que el reemplazo de una candidatura, con miras a las elecciones del próximo 3 de octubre, se debió realizar antes del 5 de julio pasado. Si la tacha, como ha sido declarada fundada, las organizaciones políticas podrán reemplazarlo hasta el 5 de julio de 2010; no cabe reemplazo alguno después de esa fecha. "El candidato reemplazante debe satisfacer los requisitos de ley para la inscripción de su candidatura", señala el Art. 17 de la norma del Jurado Nacional de Elecciones (JNE). En el hipotético caso de que Cambio Radical (CR) gane las elecciones municipales en Lima, la Ley Orgánica de Municipalidades si le faculta al Teniente Alcalde asumir el cargo de Alcalde.

Lo extraño es que la actriz declaró en una entrevista a un diario local que ella estaba "capacitada para entrar a política y de asumir el reto de reemplazar a Kouri". Frayssinet fue respaldada por el vocero de Cambio Radical (CR) y Alcalde de Surquillo, Gustavo Sierra. El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) resolvió que Kouri ya no será candidato tras aprobar la tacha por no residir por dos años en Lima, requisito fundamental para participar en las elecciones del 3 de octubre. Y en menos de 48 horas Yvonne Frayssinet renunció a postular -debido a que fue invitada a participar en la lista de Kouri y no para encabezar la campaña electoral- ahora la posta la toma el ex-hombre clave del fenecido régimen fujimontesinismo, Fernán Altuve Febres, quien se desempeñó como congresista; tras la fuga del ex-mandatario se distanció de los fujimoristas porque, según se comentaba, integraba el sector que apoyaba al ex-asesor presidencial, Vladimiro Montesinos.

En la lista de regidores con los que postulaba Kouri están el hijo de José Barba Caballero, José Barba Obando y Martha María Obando Morgan (cuñada de Barba Caballero) y, dueño del partido por el que postulaba Alex Kouri, o sea dueño de Cambio Radical (CR). Ahora ya sabemos cuál fue el precio que pidió Barba para alquilar su vientre del Partido a Kouri.

Además están: Fernán Romano Altuve-Febres Lores, ex-congresista fujimorista, amigo de Antauro Humala y uno de los principales aliados de Cipriani contra la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Deborah Carmen Inga Zapata, Jefa de Prensa de Antauro Humala, el General PNP ® Héctor Hernán Jhon Caro, alto jefe policial de la época de Fujimori y Javier Ocampo Ponce, nada menos que esposo de Martha Chávez, fujimorista acérrima; como diría la actriz desembarcada "Al fondo... hay sitio".

lunes, 9 de agosto de 2010

Tributo a mi Padre

Alfredo Vignolo Maldonado
A dos años de tu Partida
28 de julio de 1925 - 14 de Noviembre del 2007

Que rápido ha pasado el tiempo, si parece que fue ayer, cuando por última vez besé su frente y apreté mis manos con las suyas, poco antes que entrara en la quietud Eterna. Tenían la mansedumbre de palomas cansadas y la arrogancia enhiesta, igual que cuando las veíamos traqueteando la antigua máquina de escribir Rémington, que siempre sonaba en el escritorio de la casa y que hoy sólo suena silenciosa en nuestras mentes, en el recuerdo ido. Mi padre, Don Alfredo, no está físicamente con nosotros, lo llevamos en nuestro corazón, mente y pensamiento, como una presencia latente y permanente, por todo lo que él fue, como padre, esposo, abuelo y amigo.
Su palabra siempre fue muy cauta, franca y docta, tanto que traslució perfectamente su pensamiento, sin remiendos ni ocultación. La tarea magisterial en la que estuvo embebido por más de medio siglo, es la más rica y vasta fuente testimonial de su notable personalidad y entrega hacia los demás.
Así fue mi padre, Don Alfredo, a quienes familiares, amigos y exalumnos le rendimos meritísimo homenaje por su dedicación al Periodismo y por el aporte que ofrendó durante casi sesenta años de constante enseñanza humanista, valores aprendidos, conservados y compartidos desde que los recibió de niño, en su hogar, donde mi abuelo Don Alfredo Vignolo Boluarte, animaba tertulias familiares igualmente su madre, mi abuela María Delia Maldonado de Vignolo.
Él ha muerto, en fase insoslayable de su destino. Pero allí está su espíritu en cada libro, en cada artículo que escribió, auténtico, inconfundible, en la obra que lo perenniza por siempre, como antorcha del periodismo decente y ético que perdurará en el tiempo conmigo y con mi hijo Francesco, en las tres generaciones de Vignolo periodistas, pero jamás podremos ser más de lo que él fue, un apóstol del Periodismo.
Ya no lo vemos más en el escritorio de la casa leyendo algún libro con el fiel “Negro”, su engreído o en el jardín de la chola, como le decía a mi madre, el amor de toda su vida y que compartió casi por medio siglo, ya no comeremos ravioles o lasagñas y tomaremos vino tinto en una tarde cualquiera, rodeados de lo primordial y básico que es la familia; desde su cúspide de gloria continuó sencillo, generoso, modesto, dueño de una sola ambición, colmada: escribir cada día casi desde el alba, momento de la máxima pureza, de la luz virginal que tanto le entusiasmaba, así como el sol.
Mi padre fue llamado un 14 de noviembre de hace dos años. Sus ojos como el de mi nieta Fiorella que despedían destellos esparcían afecto, amor, bondad, sencillez, ternura y franqueza con cada palabra que brotaba de sus labios, se cerraron inexorablemente para siempre, en ese sueño de ensueño que es la muerte, para estar sentado a la diestra del Señor.
Murió pobre, pero feliz, porque nunca quiso ser rico. Él tenía la riqueza adentro, en sí mismo; era la riqueza que le saciaba con esplendidez: escribir, dictar clase, enseñar, era su arte, el regocijo espiritual que disfrutaba y compartía y que es deber mío y de mi hijo Francesco y los hijos de mis hijos continuar en esta brega generacional de mantener el apellido ligado al Periodismo, por el sendero de la docencia y la decencia, no en lo que se ha convertido ahora, en bazofia en donde los valores y principios no valen y la ética no es tomada en cuenta para nada.
Don Alfredo fue un hombre de paz, concordia y tolerancia, cualquiera sea el acontecimiento que ocurra. Pensó y actuó en sintonía perfecta con su conciencia, buscando el equilibrio que asegure el deber ser, el resplandor de la razón, la necesaria armonía y el valor de la justicia.
Querido papá en nombre de mi madre, hermanos, nietos y bisnieta gracias por tanto que recibimos de ti, te queremos mucho, tu luz siempre nos alumbrará, aunque haya nubarrones, tu antorcha perdurará por siempre con nosotros.
Mi agradecimiento a ustedes por acompañarnos esta noche, muchas gracias.
Tu hijo Alfredo, Giuliana y Luis Fernando, tus nietos Francesco, Giorgio, Stefanno, Giancarlo, Gianella y Luciano y tu nieta Fiorella.

La Libertad de Prensa

Por C. Alfredo Vignolo G. del V.
Periodista

La Libertad de Prensa en todas sus formas en que se le considere cualquiera sea el medio empleado y su práctica responsable es una de las mayores garantías para el Estado de Derecho, la democracia, la justicia, la paz y los derechos humanos.
Para asegurar el fiel cumplimiento de los deberes y derechos del periodista, así como de las empresas o entidades a cargo de los medios de comunicación social, no es suficiente la ley como expresión de Derecho Positivo. La experiencia demuestra que muchas veces la ley trastoca su natural inspiración de lo justo. O el Estado pretende asumir el papel de orientador acerca de cómo se debe ejercer cada una de las importantes funciones de la prensa.
Es entonces cuando se advierte la conveniencia de que los propios periodistas y los medios de comunicación social se impongan espontánea, conscientemente, reglas de conducta profesional que regulen el trabajo y sirvan para una autodisciplina, sobre la base de lo más perfecto que puede tener el hombre: la moral. Y ello porque es imposible negar que se suele transgredir esta norma en perjuicio de las personas y de la sociedad, destinataria directa del servicio de la prensa.
Consecuentemente se escogen fórmulas que se agrupan en Códigos de Etica. Su existencia, sin embargo, no ha de ser sólo formal sino funcional, efectiva, real, llevada a la práctica. Su propósito no es asignar sanciones sino evitar la contravención de la guía ética, la cual debe prevalecer sin declinar, para que la prensa cumpla debidamente su inigualable servicio de interés público.
El adelanto tecnológico; el peligroso aumento de acontecimientos que desordenan la convivencia social; los avatares de la ocupación política que suelen perturbar el rol indagador y cautelante del periodismo; y la absurda, complaciente y a veces extraña intromisión de quienes desacreditan el fin superior del periodismo con su ejercicio venal, justifican suficientemente la redacción y puesta en vigencia de principios deontológicos inalterables que ayuden a dilucidar dudas, reconocer y respetar valores y resolver conflictos de conciencia respecto a lo que se debe hacer frente a hechos y circunstancias diversos. En especial a lo que atañe a la información, campo amplísimo y determinante, complicado y decisivo en la labor de la prensa, en la cual hay que poner la máxima calidad profesional, la más acendrada vocación, el desprecio razonable al peligro y la ética más exigente.
Es oportuno asumir conjuntamente el reto de aplicar una sólida orientación ética capaz de contribuir a que la prensa satisfaga con toda amplitud y cabalidad su rol. El periodista tiene el deber ineludible de ser digno de la confianza de la sociedad y de la credibilidad que ha de merecer su palabra.

La televisión peruana: Ética y derecho a informar

Por: C. Alfredo Vignolo G. del V.
Periodista

La profesión de periodista está regida por principios inalterables, anteriores y superiores a cualquier norma. Aun la ley, como expresión de Derecho Positivo, como norma jurídica obligatoria, no representa siempre tales principios, los cuales sí están inequívocamente en las nociones deontológicas, las cuales no someten a penalidad alguna sino a la sanción más perfecta de la propia conciencia.
El periodismo, como toda profesión que cuida su prestigio y respeta a la sociedad a la que sirve, debe regirse sobre un Código de Ética. El periodista está expuesto a desórdenes de buena fe en la práctica de su trabajo por el apremio constante del tiempo, de los hechos y por el afán de dar la noticia de inmediato, de adelantar su versión a la de otros medios o de hacerla motivadora de la atención pública más amplia y prolongada.
Sin embargo, sobre todos estos afanes, impera la ética como orientadora maestra de cómo hay que actuar en esta tarea tan difícil y delicada que tiene de cátedra y de apostolado, de nobleza, sacrificio y de bastión irreductible de la libertad y de los derechos inviolables de las personas e instituciones.
Por deber moral el periodista no puede escandalizar con su información, inmiscuirse en la intimidad ajena ni causar temor, zozobra, daño, duda o pánico; ni originar perjuicio distorsionando lo que acontece ni con el empleo de lenguaje tremebundo a pesar de referirse a hechos ciertos como la tragedia pública o privada. La omisión de la prudencia suele resultar grave, máxime si se manipula la noticia con irremediable deterioro del prestigio del medio que propala la versión y del periodista que escribe o que de modo precipitado lanza su información sin ningún reparo.
El Derecho a la Información se ejerce sobre la base de la verdad que hay que buscar y comprobar, para asegurarse que el público reciba la versión fidedigna de los hechos, libre de la posición y de la opinión que pueda tener el periodista sobre ellos.
Los noticiarios televisivos se han convertido en programas policiales, la primera siempre, es dolor, tragedia y sangre. Eso no es periodismo, denigra la profesión, nadie dice que se oculte, sin embargo existe la sensibilidad, la ética, la moral, los principios, que no se ve, no puede ser posible que noticiarios habrán la primera noticia con tragedia, el televidente no se merece esto. No es justo sentarse con sus hijos para “disfrutar” lo que haya en la mesa y se alimente de las atrocidades que se transmiten, donde la sangre chorrea a borbotones, donde los gritos y el llanto son el pan de cada día. Y al día siguiente al detenerse a leer un diario, salte en los puestos la misma inmundicia, el Periodismo se está prostituyendo y los periodistas son los responsables, si cada medio tuviese y acogiese un Código de Ética nuestro amanecer sería diferente, ojalá algún día se pueda disfrutar del Periodismo, que realmente merecemos todos

Alfredo Vignolo Maldonado: A UN AÑO DE SU PARTIDA

Por: C. Alfredo Vignolo G. del V.
Periodista

¡Qué difícil es, para quienes escriben diariamente, hacerlo ahora en homenaje al padre, al amigo, al consejero.
De cuna modesta y cristiana, nació, para privilegio de nosotros y de sus amigos. Respondió sin pausa a la noble vocación de enseñar, porque sabía que la mies sería mucha y fértil mediante la palabra enjoyada con su espíritu y la belleza de su verbo.
Fue alumno aprovechado del colegio San José Maristas del Callao. Hombre culto y siempre al día. La bondad de Dios hizo que su magisterio periodístico continuara por más de medio siglo; la casa y el aula resultaron demasiado pequeñas para tanta grandeza suya, por eso lo buscaban con afecto y afán, en pos ya del amigo fraterno y del Maestro incansable, del hombre sabio y orientador, del consejero, su cercanía al Señor lo convirtió en un ser escogido, predestinado, digno de su gloria.
Nos deja a poco de haber cumplido 82 años de edad, disfrutamos de su presencia y de ese don tan elocuente suyo. Hoy, paradoja del destino, volvemos a estar ante él, su familia y sus amigos, pero su palabra es ahora silente, su mirada de hombre bueno se ha ocultado para siempre y sus manos, que estuvieron llenas de afecto, reposan apretando la Cruz y su libro de “Ética Periodística” que fue su signo iluminándonos por siempre con su amor.
Tuvo la responsabilidad de ser esposo, padre, abuelo y bisabuelo, nos inculcó principios y valores supremos que guían nuestro camino. También tuvo la responsabilidad de ofrecernos la noticia y hacer efectivo el Derecho a la Información; así como la inalienable facultad de opinar. El Periodismo, como tal, no es sólo información, sino también docencia y decencia.
Egresó con la Primera Promoción de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica del Perú; obtuvo el Primer Título de Periodista Profesional otorgado en el país por dicha Universidad, un 27 de diciembre de 1948.
El Maestro Vignolo, como lo llamaban, ya no existe. Quienes permanecen en el recuerdo y en el corazón de los que tanto lo quisieron, no han muerto, sólo viven en la cercana lejanía... Pero su ejemplo y su recuerdo lo tienen presente al lado de sus obras y alientan a todas las promociones que egresaron de la Escuela de Periodismo de la Católica, de las cuales hay muchos periodistas quienes ejercen con dignidad, conscientes de ser dueños de una responsabilidad cuyo valor más grande está en el respeto a los principios supremos, a la sociedad y a aquello sin lo cual no puede haber nada bueno: la libertad honrosamente aplicada al escribir o al pronunciar una palabra. Como bien decía “La Prensa no es el Cuarto Poder del Estado, sino el Primer Poder de los pueblos libres”.
Quienes nunca olvidaremos al que fue esposo, padre, abuelo, bisabuelo, amigo ejemplar y noble guía, seguiremos el halo de su tránsito, detenido abruptamente con aquella partida imprevista y prematura en noviembre del año pasado; fuiste amor, ejemplo y alegría, siempre vivirás en nosotros, siempre serás nuestra luz que alumbre nuestro sendero, en nombre propio y de todos los que tanto te quieren y deben, depositamos una oración y por qué no, una lágrima varonil como simbólica flor inmarchitable de todo corazón

Comentario del Libro Ética Periodística de Alfredo Vignolo M.

Por Manuel Jesús Orbegozo

No es una novedad afirmar que el mundo está yendo a galope tendido sobre un potro desposeído de valores éticos y morales. O sea, no es nuestro país el único del muestrario; ni son sólo nuestras instituciones las que padecen de estas desvalorizaciones. En esta mala racha estamos incluídos todos los que habitamos en este planeta.
El periodismo, por ejemplo, es una de estas instituciones que atraviesan por un período crítico, cuando vemos que circula a campo traviesa e ilimitadamente el llamado “periodismo amarillo” (prensa y talk-shows incluídos) que no se circunscribe a dar fotos de mujeres desnudas y atentar contra la intimidad -que debe ser intocable-, sino para despotricar, mentir, insultar y difamar a instituciones y personas, hasta lindar con el delito.
Lo único que podría poner coto inmediato a estos desmanes es una institución formada por profesionales probos y experimentados, es decir, una especie de amautas o consejeros capaces de enderezar tanta cosa torcida. No la tenemos.
Uno de esos amautas -me he permitido decirlo siempre- sería Alfredo Vignolo Maldonado. un periodista de fuste y de larguísima trayectoria profesional en la comunicación social.
Vignolo, de amplia data y, ahora, en el retiro parcial, no fue un periodista de escritorio. El cubrió informaciones en la calle, que es donde se foguean los verdaderos profesionales. A mi juicio, periodista que no hace calle nunca será un buen periodista poque nunca habrá estado en contacto con la vida, que es donde se nutre el periodismo. Vignolo conoce todas las calles de la ciudad y sus recovecos, pero además, todo el Perú.
Sin embargo, no es en este campo de la información donde Vignolo destacó como un verdadero hombre de prensa, veraz y responsable, sino en el campo de la ética profesional. Todos los que lo conocemos o trabajamos con él podemos afirmar que es un periodista absolutamente incorruptible. Lo demostró en numerosas oportunidades cuando situaciones políticas lo pusieron entre la espada de no seguir fiel a su conciencia, y la pared del desempleo. En casos así, él prefirió lo último.
Sensible siempre a los avatares de la profesión, Vignolo debe sentirse muy dolido de lo que acontece al periodismo limeño, donde todo es un desbarajuste. Y, justamente por eso, pensando en que los principales errores en los que caemos pertenecen a nuestra deontología, es que ha preparado un Código de Ética Periodística que consta de nueve capítulos, todos con una sustentación doctrinaria sesuda, práctica y modernizada.
Considero que es lo más apropiado que se ha puesto hasta hoy sobre la mesa, en lo relacionado con los problemas de los valores éticos y morales de nuestra profesión.
Lógicamente, los contenidos de tales capítulos son susceptibles de ser aumentados o disminuidos o cambiados, si fueran discutidos. Pero, hoy ¿Dónde discutirlos? No tenemos dónde, asi estamos de desinstitucionalizados.
He empleado la palabra «modernizada» porque, en efecto, Vignolo toma en consideración todo lo introducido por la ciencia y la tecnología en la práctica de las Ciencias de la Comunicación. Por ejemplo, habla de disquetes, casetes, videotapes y otros, que hace algunas décadas no existían. Toca puntos candentes de actualidad, por ejemplo, un ítem sobre los «Actos contra la profesión periodística», como el «servirse de material periodístico ajeno, usurpado, sea inédito, confidencial o ya difundido, en cuyo caso es honesto citar las fuentes», o «no acogerse a la Cláusula de Conciencia si la empresa o el medio en que se labora cambia de línea y orientación con la cual no se coincida». Es ético mantener su propia convicción, lo contrario es inmoral y atenta contra el prestigio propio y profesional. «Las creencias y criterios se fundamentan en principios superiores».
Y en deberes para con los colegas, dice el inciso «b) Considerar la reputación de los colegas», y en el «d) Ser solidario con los colegas, no actuar de forma egoísta», todo lo cual, en estos momentos, no se hace, sino al contrario, el desacreditarse los unos a los otros es un deporte sumamente rentable.
En deberes para con la sociedad dice que el periodista está obligado a «a) Respetar el derecho de toda persona a su intimidad. La vida privada es inviolable, salvo el caso extremo de bien y necesidad públicos». Creo que aquí habría que distinguir bien entre los íntimo y lo privado, porque me parece que ambos términos y su semántica son bastante diferentes, aunque lo único indiscutible es «considerar, siempre, el valor de la persona humana».
El código presentado por Alfredo Vignolo Maldonado es un extraordinario esfuerzo doctrinario preparado por un periodista lleno de pasión y fe profesionales. Aunque ahora nadie sería capaz de cumplir tanto ítem, porque todo anda mal, alguna vez los periodistas de las futuras generaciones han de hacerlo si no quieren que «la más hermosa de las profesiones», como dice García Márquez, se vaya al diablo.

Prólogo del Libro Ética Periodística de Alfredo Vignolo M.

Por Alfonso Grados Bertorini

Desde las primeras frases aparece el Alfredo Vignolo Maldonado integral que al cabo de haberlo leído y releído resulta haciendo del autor el arquetipo en que quisiéramos ver representado a cada ser humano en su quehacer de cada momento para que deje de haber conflicto entre el ejercicio de la Libertad y la búsqueda de la Verdad.
Así lo ha venido inculcando el maestro a sus alumnos y exhortándolo a sus colegas, a lo largo de más de la mitad final del Siglo XX y continúa haciéndolo en el que ya vivimos. Y así también son sus escritos, en los textos y en la prensa, con la penetrante convicción que trata de llegar a la hondura del interlocutor, sin la intromisión impositiva del dogmático; aunque no recate el fuego que brota de su integridad moral para denunciar la grosera violencia del despotismo; la soberbia impudicia de los cínicos, la taimada astucia de los fariseos; y, en fin, la impávida desvergüenza de los corruptos.
La precisión de la identificación de lo que dice que debiera ser con lo que él mismo es y hace bastaría esta piedra angular de la “integralidad” de su pensamiento con su prédica magisterial y su trayectoria profesional: de la página primera de esta obra que siendo un tratado eminente sobre los fundamentos del ejercicio periodístico, es también la versión de sí mismo que hace el periodista cuya vida es ejemplo de lo que define como: ......”capacidad propia del albedrío para reflexionar y elegir libremente entre lo bueno y lo malo del actuar personal en relación con uno mismo y con el prójimo; este último, a quien a veces se ignora, se desprecia y se ofende”.
Resulta obvio que las referencias al deber profesional, respecto a los demás son proclamadas casi como una rutina de compromiso profesional. Lo que no es usual es que, en primer término, se asuma tal obligación moral «con uno mismo», para, a renglón seguido, reafirmarlo categóricamente:
“Moral como signo externo de nivel cultural; también como orden y respeto a lo debido, para lo que debe ser así y no de otra forma; como garantía de certeza en el obrar; como recapacitación sistemática y habitual acerca del profundo y real sentido de la vida y del papel que nos corresponde cumplir. Y Ética como concepción coherente del quehacer ocupacional inmerso en la cotidianidad. Algunos lo llaman Moral Profesional”.
Es natural, entonces, que un hombre compenetrado con los principios que desarrolla en la vasta erudición que constituye el contenido de esta obra, asume el deber de expresarlos en el Código de Ética Periodística que ha merecido el reconocimiento y comprometido la adhesión de las instituciones gremiales que lo entienden como la norma autoasumida para garantizar a la sociedad que la Libertad es un derecho para todos: para quienes lo ejercitan con conciencia de que es indesligable a los que asisten a los otros; y, en consecuencia, sostener sin la soberbia de quienes se asignan fueros de privilegio, la razonabilidad de la confianza social en su ejercicio ético.
La “Ética Periodística” de Alfredo Vignolo sobrepasa la visión circunscrita a una Libertad de comunicación social para informar de la Verdad o difundir la consistencia de los antecedentes, comprobaciones o fundamentos de su aserto.
Me atrevería a decir que es un Código de Vida; macerado a lo largo de una experiencia de periodista y de maestro que puede exhibir la identificación entre Libertad y Verdad en un concepto que cada quien reclama para sí, pero que muy pocos no tendrán que reclamarlo porque ya les fue conferido: Dignidad.
Honrados por su ejemplo, deberíamos los periodistas proponernos que se instituya, con su nombre, una distinción de honor, “A la Dignidad Periodística”, a quienes hayan demostrado merecerlo

ALFREDO VIGNOLO MALDONADO: Primer Periodista Profesional Graduado en el Perú

Los congresistas de la República presentaron una Moción de Orden del Día donde acordaron expresar a los deudos las sentidas condolencias por el fallecimiento de Alfredo Vignolo Maldonado y resaltar las cualidades personales y profesionales que inspiraron la vida y obra de tan ilustre periodista.
Alfredo Vignolo Maldonado falleció el 14 de noviembre del 2007 a la edad de 82 años, deja esposa (Olga Teresa Gonzáles del Valle Rivas de Vignolo) y tres hijos (César Alfredo, -también periodista-, Luis Fernando y Olga Giuliana, seis nietos, entre ellos Francesco Alfredo la tercera generación de periodistas, Giorgio D´Angelo (en Alemania), Stefanno Alfredo (En Estados Unidos), Giancarlo, Gianella y Luciano (en Cánadá) y una bisnieta, Fiorella Melina que radica en Alemania.
Vignolo egresó con la Primera Promoción de la Escuela de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que fundara la Dra. Matilde Pérez Palacio Carranza. Tenía el Primer Título de Periodista Profesional otorgado en el país por dicha Universidad, un 27 de diciembre de 1948. Catedrático durante más de 25 años en la misma Escuela de Periodismo. Ejerció la docencia en las Universidades Inca Garcilaso de la Vega, San Martín de Porres y en la del Pacífico. Colaborador en la Página de Opinión del diario "El Comercio" y en el suplemento "El Dominical"; laboró en "La Crónica". En el segundo gobierno del Arq. Fernando Belaunde Terry, fue nombrado Jefe de la Página Editorial del referido diario. Fue articulista en "La Prensa", "Ultima Hora", "El Sol" y "La República"; en las revistas "Gerencia" del Instituto Peruano de Administración de Empresas -IPAE- entre otras y en los semanarios "Pregón", "Actualidad", "Oiga” y "Mundo Minero" del cual fue co-fundador.
Ejerció el periodismo durante casi 60 años. Presidido el Tribunal de Honor del Colegio de Periodistas del Perú y de la Federación de Periodistas del Perú. Fue Primer Vice-Decano del Colegio de Periodistas de Lima y Presidente de la Comisión de Libertad de Prensa. Trabajó en la Secretaria de Prensa de Palacio de Gobierno; Director General y Fundador de la Dirección de RR.PP. y Prensa de la Municipalidad de Lima Metropolitana; Fundador del Area de Prensa y RR.PP. de la Mutual El Pueblo; Director-Fundador de la Dirección General de Prensa de la Casa de la Cultura (hoy Instituto Nacional de Cultura); Director de Prensa de la Dirección de Asuntos Culturales e Internacionales del Ministerio de Educación; Director de Prensa del Instituto Nacional de Becas; Asesor de Prensa de la Bolsa de Valores de Lima, del Banco Central de Crédito Cooperativo, de la Asociación de Relaciones Industriales, de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Santa Elisa y de la Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito.
Viajó invitado por las diferentes universidades particulares y nacionales, así como por la Federación de Periodistas del Perú, el Colegio de Periodistas, los Centros Federados y los Colegios Departamentales de Periodistas. Representó al Perú en Brasil y Venezuela invitado por la Asociación Latinoamericana de Centros de Educación Cooperativa y la Unión Interamericana de Ahorro y Préstamo para Vivienda. Participó en el IX Congreso Católico Mundial de Prensa en Argentina.
Fue distinguido por el Senado de la República del Perú con “Mención Honrosa”; por la Municipalidad de Lima Metropolitana con “Medalla y Diploma de Honor”; “Medalla al Maestro” del Colegio de Periodistas de Lima; “Medalla al Mérito” de la Municipalidad Distrital de Lince; “Profesor Honorario” de la Universidad Ricardo Palma; “Diploma de Honor al Mérito” de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudió Letras y Derecho; reconocimiento de la Asociación de Egresados y Graduados de la Pontificia Universidad Católica del Perú, como "Ex-Alumno Distinguido"; “Diploma de Honor” del Congreso de la República del Perú; “Medalla de Oro” de la Federación de Periodistas del Perú; “Galardón” del Colegio de Periodistas de Lima por su “Aporte al Periodismo Nacional”; “Medalla Cívica Santiago Apóstol” de la Municipalidad de Santiago de Surco. Hasta sus últimos días se desempeñaba como articulista en el diario oficial "El Peruano" y Asesor de la Dirección de Extensión Universitaria y Proyección Social de la Universidad Ricardo Palma, fue Editor General de “Culturarte”, la revista “Educación por el Arte”, “Tradición” y demás publicaciones oficiales de la referida Casa de Estudio.
Publicó una serie de libros sobre Periodismo entre ellos: Hacia una Sociología de la Comunicación. Libertad de Prensa y Democracia. Los Medios de Comunicación del Estado. En Busca de una Filosofía Empresarial. Pasos de un Largo Andar Periodístico Tomo I. Ética Periodística. Prensa y Derecho. Respuesta a una Cuestión sobre Deontología Periodística. Mensaje de un Periodista a los 30 años de Ejercicio Profesional. La Comunicación Social en la Empresa Cooperativa. Libreta de Apuntes: La Comunicación Social y el Valor de la Palabra.

Último Artículo publicado por mi padre en el diario “El Peruano”

El valor de la ciencia y el poder de la oración
Alfredo VIGNOLO MALDONADO (*)
Periodista

Los científicos, y en particular los médicos reconocen el valor de la oración como apoyo eficaz en su obra humanitaria. La ciencia, cuanto más avanza y perfecciona, tanto más también confirma la existencia y la voluntad de Dios. El investigador, el facultativo, aprenden y ejercen su profesión porque la aman y ponen en ella todo de lo que con capaces. Al practicarla difícilmente pueden ignorar u olvidar a Aquel que es el origen y hacedor de todo; fontana de la inteligencia y del sentido del deber para con el prójimo. Esto demanda prudencia, sobriedad, moral personal, caridad cristiana y ética profesional, características que deben ser comunes en toda ocupación. La ciencia conduce a la verdad. Este es su objeto, mediante el estudio de las nociones fundamentales sobre su origen, naturaleza y características o propiedades de las cosas, de tal manera que su definición y realidad resulten comprensibles y comprobables.
La bondad, sabiduría y poder divinos se manifiestan al advertirse que todo cuanto hay -descubierto o todavía no- ha sido creado para bien de los seres sensibles y racionales, capaces de conocer, interpretar, desentrañar y conquistar las cosas a fin de servirse de sus propiedades a favor del ser viviente cuyo espécimen más perfecto es el hombre por el privilegio del alma inmortal.
San Agustín revela que cuando preguntaba a uno y a otro que ejercían poder para curar, la respondían: "Nosotros no somos aquel que tú vas buscando; nosotros no somos tuyos; búscalo más alto que nosotros".
Esto significa que el Creador otorga su poder y gracia a los hombres para que se desempeñen en la profesión, oficio o trabajo a que se dedican. ¿Y cuál es en esto el papel que se le atribuye a la oración? Todo creyente -de cualquier religión- tiene una manera particular, íntima y/o pública, de dirigirse a quien considera el ser supremo, invisible pero real, al que está ligado por sentimientos y el don del espíritu.
Ese dirigirse en quien se cree, es la oración, actividad interior que comunica al hombre con la deidad. Es el momento en que el ser se acerca a Dios, no sólo como experiencia religiosa ni rutinaria sino como una necesidad alentada por la fe. Mas, si lo que es un sentimiento religioso se reduce a un frío proceso psicológico, la oración, el rezo, debilitan su sentido y su valor. Igual que cuando se hacen sin la conveniente concentración.
La oración es un movimiento interior por el que el alma se repliega activamente sobre sí misma elevándose luego por el discurso mental a Dios. La oración abre un paréntesis en la cada vez más agitada e inquietante dispersión de la vida diaria y se torna en decidida y a la vez humilde voluntad del hombre de ponerse delante del Señor, ante El, quien está en todas partes, siempre, para expresarle amor, gratitud, implorarle perdón o la gracia y fuerza necesarias para afrontar con digna resignación, las pruebas a que somete y que es deber ofrecérselas. O para rogarle la ayuda que mitigue y el apoyo para lo que se hace. En la ciencia médica es la presencia de Dios en las manos del galeno y en la confianza del paciente.
Con la oración el hombre reconoce sus naturales posibilidades y acepta sus limitaciones, de cualquier orden. Así se robustece comunicándose con Dios. Es una transformación del orante. Contrariamente, en el conocimiento científico, intelectual, artístico u otro, como en la autoridad que se recibe, la soberbia envilece y rebaja la valía del hacer, así como del saber.
Se ora mediante el rezo cotidiano, la súplica, el pensamiento elevado al Señor y la reflexión interior acerca de quien todo lo sabe, todo lo puede y todo lo decide. Orar es asimismo, confiar en la divinidad con la fe y el razonamiento, aún el más impaciente o rústico; y la comunicación mental. Todo lo que se realiza -el estudio, el trabajo, el acto más sacrificado o la acción más feliz y noble tienen validez de oración no se hacen en nombre del Señor. O se expresa desde la forma más convencional o común: la oración litúrgica o la que se ofrece en reserva, dentro de sí mismo. La ventaja de ésta, sin desestimar la otra, es la ayuda del silencio, la soledad, el ensimismamiento, lo cual es difícil en reuniones en las que, como ya es costumbre aceptada, hay expresiones de alegría y solidaridad que pueden perturbar el recogimiento. Recordamos las palabras de San Mateo en el Nuevo Testamento: "Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará". Esta recompensa tiene todas las formas imaginables y es constante. La misma vida y el poder hacer lo que se sabe, es prueba de ello.

* Artículo póstumo.
Redactado para el diario oficial “El Peruano” el domingo 11 de noviembre del 2007, falleció la madrugada del martes 14 de noviembre.

Primer Periodista dejó de existir: Alfredo Vignolo M.y la obsesión de la ética

Por Juan Gargurevich
Docente del Departamento de Comunicaciones
Pontificia Universidad Católica del Perú
Artículo publicado en EDU (publicación de la Universidad Católica)

Alfredo Vignolo Maldonado (1925-2007) tuvo una larga vida de profesional como abogado, relacionista público, profesor universitario pero era por sobre todo periodista. Y a esta vocación unía una obsesión que proclamaba con tenacidad: la ética periodística.
Alfredo se entristecía al observar el descenso de calidad del periodismo, pero sobre todo se condolía hasta el sollozo cuando comentaba la prensa amarilla que llamamos “chicha”. Y cuando la Asociación de Egresados de la Universidad Católica le rindió merecido homenaje insistió, una vez más, en pedir a los colegas que hicieran buen periodismo, de respeto a los demás y a sí mismos.
Fue de los primeros en inscribirse en el Instituto de Periodismo que fundó la pionera Matilde Pérez Palacio, en 1945, en la PUCP. Eran un puñado de jóvenes que inauguraban los estudios de periodismo en el Perú, conformando la primera promoción de periodistas titulados. Y Alfredo fue también el primero en presentar y sustentar su tesis en diciembre de 1948, recibiendo el primer Título de Periodista de la historia del Perú. Era un trabajo sobre la crónica policial con visión crítica de los excesos de los cronistas. Sus dificultades físicas no detuvieron su ánimo académico. Postuló e ingresó a la Universidad de San Marcos para estudiar Derecho, siguiendo paralelamente cursos de Relaciones Públicas y, sobre todo, enseñando que el mejor periodismo es el que se practica con la verdad en la mano. Su saludable obsesión por el tema lo llevó a componer un Código de Ética Periodística que ofreció a las instituciones del gremio, como el Colegio de Periodistas, pero sería la Federación de Periodistas del Perú la que lo adoptaría.
Los periodistas se reunieron en el 2001 para su XXII Congreso Nacional y acordaron llamarlo Alfredo Vignolo Maldonado, una distinción más de la larga lista de reconocimientos que recibió. Pero el mejor homenaje que le hicieron fue la adopción, repetimos, de su Código de Ética, que se inicia así: “1.- Los periodistas están moralmente obligados a ejercer con honestidad. Deben honrar su profesión y hacer que se le respete. Hay que ser dignos de la Libertad de Prensa, considerando en ella las libertades de información, opinión, expresión en todas sus formas, investigación periodística, difusión del pensamiento, fundación de medios de comunicación social y programas periodísticos. No incurrir en libertinaje. No existe irrestricta libertad de prensa, su límite natural es el derecho ajeno”.
Publicó varios libros como producto de su experiencia docente -sobre derecho de prensa, sociología de la comunicación, etc.- y no abandonó nunca su máquina de escribir para redactar artículos que en los últimos tiempos publicaba en el diario El Peruano, tratando temas difíciles, controversiales, con elegancia y sólida argumentación entrenada en los miles de textos que redactó a lo largo de su extensa vida profesional. El último se publicó hace escasas dos semanas.
Siempre tenía una sonrisa para los amigos, atendía con cariño a los estudiantes de periodismo y sólo se indignaba ante la mala prensa, su casa estaba abierta para los colegas. Su desaparición es –y no nos importa repetir un lugar común- una dura pérdida para el periodismo. Era un verdadero cruzado del periodismo decente y será difícil reemplazarlo. Su promoción de la Católica y las siguientes que contribuyó a formar, lo llorarán como nosotros.

Ética y derecho a informar

Existe un desborde sensacionalista de "ciertos tabloides" en el ejercicio del deber y el derecho de informar; el deber moral de un comunicador social es la promoción de la educación y la cultura. El defecto señalado comprende también a determinados canales de televisión, voceros predilectos de quienes no destacan precisamente por su conducta ejemplar, ni siquiera normal, sino todo lo contrario.
Nuestra profesión está regida por principios inalterables, anteriores y superiores a cualquier norma que pueda dar el hombre para su protección y buen gobierno. Aun la ley, como expresión de Derecho Positivo, como norma jurídica obligatoria, no representa siempre tales principios, los cuales sí están inequívocamente en las nociones deontológicas, las cuales no someten a penalidad alguna sino a la sanción más perfecta de la propia conciencia. En casos extremos tienen competencia los Tribunales de Honor de la Orden.
El periodismo, como toda profesión que cuida su prestigio y respeta a la sociedad a la que sirve, tiene un Código de Ética. El periodista está mayormente expuesto a desórdenes de buena fe en la práctica de su trabajo por el apremio constante del tiempo, de los hechos y por el afán -plausible, pero que exige la máxima prudencia- de dar la noticia de inmediato, de adelantar su versión a la de otros medios o de hacerla motivadora de la atención pública más amplia y prolongada.
Sin embargo, sobre todos estos afanes, impera la ética como orientadora maestra de cómo hay que actuar en esta tarea tan difícil y delicada que tiene de cátedra y de apostolado, de nobleza, sacrificio y de bastión irreductible de la libertad y de los derechos inviolables de las personas e instituciones.
Por deber moral el periodista no puede escandalizar con su información, inmiscuirse en la intimidad ajena ni causar temor, zozobra, daño, duda o pánico; ni originar perjuicio distorsionando lo que acontece ni con el empleo de lenguaje tremebundo a pesar de referirse a hechos ciertos como la tragedia pública o privada o el flagelo del narcoterrorismo. La omisión de la prudencia suele resultar grave, máxime si se manipula la noticia con irremediable deterioro del prestigio del medio que propala la versión y del periodista que escribe o que de modo precipitado lanza su información sin ningún reparo.
El Derecho a la Información se ejerce sobre la base de la verdad que hay que buscar y comprobar, para asegurarse que el público reciba la versión fidedigna de los hechos, libre de la posición y de la opinión que pueda tener el periodista sobre ellos. No manipular la noticia. La difusión noticiosa no debe perturbar la moral, el orden ni la tranquilidad a que tienen derecho los receptores y el público en general.
La difusión de hechos trágicos, desagradables o que hieran los normales sentimientos humanos, expresarlos sin sensacionalismo y evitando toda clase de escándalo. Recordar que la verdad de lo que se informa exige, siempre, cuidar las formas. Y no olvidar que también diariamente ocurren hechos positivos que ayudan a vivir y enaltecer a la persona humana y a la sociedad.
Otras orientaciones éticas para el periodista se dirigen a no destacar actos cuyos autores buscan notoriedad o publicidad en lo que se defina. Limitarse a los hechos ser prudente con la información gráfica. Respetar la desgracia ajena. Promover la solidaridad, no la compasión.
Contribuir a mantener la inocencia de los niños, no aprovecharse de la incultura y la proclividad a lo morboso; no buscar mayor difusión del medio de comunicación social explotando la pornografía, las aberraciones ni los actos que ofendan la dignidad de las personas y el prestigio del periodista.
Estamos seguros que la competitividad, como concepto económico llevado a la práctica en las empresas del sector, funciona éticamente por la calidad del material periodístico, por la seriedad del medio y la idoneidad de su personal, así como por la honestidad del mensaje.
Por eso la noticia es un bien público más que un factor de valor económico. Debe valer por sí misma; no tiene equivalencia comercial.

viernes, 6 de agosto de 2010

Ètica y Periodismo

La más antigua entidad que reúne a los hombres y mujeres de prensa en el país es la Asociación Nacional de Periodistas, fundada el 21 de julio de 1928. Tuvo un Código de Ética del Periodista y después aprobó la Carta de Ética Profesional en el Congreso Ordinario de Cajamarca el 29 de setiembre de 1988. El documento consta de doce puntos. En el octavo dice: «No utilizar en su labor el sensacionalismo, la obscenidad ni el chantaje. Menos aún criterios de discriminación racial, ideológica o de sexo ni inducir a la confusión o desnaturalizar las opiniones, tergirversándolas o extrayéndolas maliciosamente de su contexto». No hay referencia de alguna sanción impuesta a quienes han quebrantado esta Carta.
El 18 de julio de 1950 se fundó la Federación de Periodistas del Perú. Su original Código de Ética Profesional tiene siete artículos. Entre las normas de Conducta Profesional figura no propalar noticias falsas, calumniosas o injuriosas; no aceptar recompensas y promover los valores morales de la sociedad; respetar el derecho a la intimidad y censurar la violación de los derechos humanos. Tampoco hay pormenores de qué actitud se ha tomado contra los infractores.
En el Congreso Nacional Extraordinario de esta Federación, en Sicuani, el 2001 se acordó constituir un Tribunal de Honor y tener un nuevo Código de Ética. Por unanimidad se le confió la presidencia a mi señor padre Alfredo Vignolo Maldonado –primer periodista profesional del Perú, graduado en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en diciembre de 1948- y ofreció el Código, que fue debatido y aprobado por aclamación en la Asamblea Nacional de Huampaní (Lima), el 27 y 28 de octubre del 2001. Cuatro meses después tuvo que renunciar al cargo, porque dicho Código devino en inaplicable... No se publicó por falencia económica de la Federación (?). Recuperando pues mi padre la autoría plena del Código de Ética.
Los reporteros gráficos tienen su Asociación desde el 14 de junio de 1952. El 23 de setiembre de 1964 por Decreto Supremo No. 74 se les asimiló como periodistas. Se incorporaron al Colegio de Periodistas del Perú y están sujetos por ello al Código de éste.
Queremos pensar que por una mala o desviada interpretación del valor de la noticia, se desborda todo límite ético y profesional con fotografías y películas de escenas que ofenden tanto a las personas como a la memoria de las víctimas, el dolor de la familia y la sensibilidad pública. Ignoramos qué se hace para evitar esto. Lo que sí sabemos es que periódicos, revistas y canales de televisión acogen como «éxito» (?) tales vistas. En su euforia y competencia comercial virtualmente salpican la sangre que exhiben sin piedad ni consideración.
El 1 de octubre -Día del Periodista- de 1980, mediante la Ley No. 23221 se constituyó el Colegio de Periodistas del Perú. En la parte final de su primer artículo se estipula: «sus fines son éticos, culturales y sociales». Sus Estatutos fueron aprobados el 22 de setiembre de 1982. Como parte de ellos se aprobó el primer Código de Ética Profesional de la Orden. Tuvo siete capítulos y nueve artículos. La intimidad, la familia, el niño y el joven fueron objeto de cautela, así como los derechos humanos. No se previó el sensacionalismo, las informaciones escandalosas sobre violaciones, asesinatos, suicidios, tragedias, dramas y otros hechos que no condicen con el periodismo ético, tal como se están difundiendo.
El 15 de julio de 1994 la Asociación de Radio y Televisión del Perú hizo suyos el Código de Ética y la Declaración de Principios de Ética que la Asociación Internacional de Radiodifusión, aprobó en la Convención de Lima en 1955. En su primer artículo se prevé que la función de la radiodifusión «es la de ofrecer a los pueblos información, sano entretenimiento, orientación y cultura». En el tercero se incide en que «requiere la más alta responsabilidad en su ejercicio». Y se refiere a la veracidad, discreción, cuidado con las fuentes de información, respeto a las creencias y nada de prejuicios «de clase y/o raza», entre otros. En 1985 la Asociación de Radio y Televisión del Perú adhiere en Buenos Aires la Declaración de la AIR. También se refiere dicha Declaración al «propio autocontrol, dentro de un marco democrático». Si es autocontrol, naturalmente es algo propio, de uno mismo y del medio de comunicación social responsable. En cuanto a lo democrático, en la radiodifusión y en la televisión peruanas hay una penosa renuncia a la libertad; se someten al cautiverio del poder político y a la prebenda a cambio de avisaje oficial y/o ventajas o exoneraciones en el pago de impuestos. La ética pues no funciona.
Con la finalidad de «afianzar cada vez más la credibilidad de la prensa en la opinión pública, así como para cautelar de manera permanente la vigencia de las libertades fundamentales de la información, expresión, opinión y de la libre empresa periodística», se formó el Consejo de la Prensa Peruana. Otro importante objetivo es: «amparará los reclamos que eventualmente se presenten respecto de actitudes y publicaciones que pudiesen incurrir en posiciones reñidas con la ética». El 29 de noviembre de 1996 se publicó, como aviso, ese texto y la noticia de tal hecho, comienza así: «Los diarios y revistas que suscriben, en el interés de promover y preservar el cumplimiento de los altos niveles éticos que invariablemente deben regir la prensa nacional, hacen de conocimiento público su decisión de avanzar hacia la constitución del Consejo de la Prensa Peruana». Suscriben el anuncio los directores de los diarios El Comercio, Expreso, La República, Ojo y la revista Caretas.
Al constituirse formalmente se declaró que tiene dos principales funciones: a) «Atender las solicitudes de rectificación de información publicada por medio asociado, así como las quejas sobre publicaciones que transgreden valores éticos periodísticos. No se considerará las solicitudes de rectificación a opiniones vertidas por un medio; y b) Defender la libertad de prensa en el país, denunciando las injusticias e ilegalidades que impiden el libre ejercicio del derecho de expresión y opinión, así como luchar para que se reconozca y proteja el derecho que tiene la ciudadanía a estar plenamente informada». Al cumplir un año, en 1999, el Consejo de la Prensa Peruana declaró en un folleto informativo sobre Objetivos y Procedimientos de Rectificación, Quejas y Denuncias, que «una de las mayores contribuciones en este breve período de existencia es haber creado las bases para una cultura crítica por parte de los lectores, promoviendo una lectoría más informada y, por lo tanto, más participativa en la defensa de sus derechos, así como propiciar una mayor calidad informativa por parte de los medios de comunicación». Más adelante dice: «Como una iniciativa privada, es posible contribuir a fomentar una cultura de conciliación entre el lector y la prensa. Es decir, la propia sociedad civil participa en la solución de conflictos evitando la intervención de organizaciones públicas y el litigio». Según información recabada, los medios (empresas) asociados son: Diarios: El Comercio, La República, Gestión, Correo, El Popular, Líbero, Ojo, Ajá, El Bocón -todos de Lima- ; La Industria y Satélite, ambos de Trujillo; La Industria, de Chiclayo; El Norteño y La Industria de Chimbote; El Tiempo, de Piura; y Arequipa al Día. Revistas: Caretas, Ideele, Signos, Debate, Semana Económica, Perú Económico, Espacio y Kanatari. Radioemisoras: Cadena Peruana de Noticias -CPN- Radio. Televisión por cable: Canal N.
El Consejo de la Prensa Peruana tiene un Tribunal de Ética, el cual, de acuerdo a la información electrónica obtenida, «refleja el compromiso de los medios de prensa de contribuir a elevar el nivel de la ética y responsabilidad periodística, así como brindar al lector información justa e inherente al ejercicio del periodismo». A pesar de tanto descalabro que hay en la prensa diaria -impresa, radiofónica y televisada- no tenemos noticia alguna de acciones de este Consejo en casos de infracción ética.
Las principales instituciones que deben velar por el ejercicio honesto de la Prensa son: la Asociación Nacional de Periodistas, la Federación de Periodistas del Perú, el Colegio de Periodistas del Perú, el Consejo de la Prensa Peruana, la Defensoría del Pueblo, la Veeduria Ciudadana de Comunicación Social y la Asociación Nacional de Anunciantes, sin embargo ninguna de ellas hasta la fecha no ha hecho absolutamente nada.
Es fundamental contribuir a mantener la inocencia de los niños y evitar difundir hechos que pongan en riesgo a la niñez y a la juventud. Si es indispensable informar, hacerlo con la mayor mesura posible. Más vale silenciar muchas noticias escabrosas -aunque «jalen» público, mejoren el «rating» y vendan más-. Basta una sola que informe sin dañar. Ningún periodista ni medio de comunicación social deben aprovecharse de la incultura ni de la proclividad a lo morboso. Es inmoral propender a una mayor difusión y elevar el «rating» explotando los instintos, la pornografía, las aberraciones, la privacidad, la intimidad y cualquier otro acto que ofenda la dignidad de la persona humana, así como el prestigio de la profesión de periodista y del medio de comunicación.
La familia y la sociedad deben confiar en la prensa, y ésta merecerlo. Su ingreso a cada hogar es un privilegio que debe honrarse.

Responsabilidad de los Medios de Comunicación Social

Siempre han existido actos delictivos, hechos penados que en función y magnitud de los acontecimientos estremecen a un ciudadano común y corriente y de acuerdo a la sensibilidad del ser humano, como persona pensante, sin embargo hay un filón muy apetecido por los medios de comunicación social, cual es el sensacionalismo, en el mayor “rating”, en mayor audiencia o lectoría, “eso es lo que le gusta a la gente” -dicen- lo pecaminoso, lo morboso, la desgracia ajena, la tragedia y hay una responsabilidad ética de los periodistas, así como de los dueños o directivos.
Los medios de comunicación social tienen que cumplir su verdadero rol de informar, comunicar, transmitir sin ensalzar a los delincuentes. Mientras los responsables de los medios y los periodistas no endiosen a esta gente seguiremos con esta pesadilla diaria. Una manera de elevarse sobre este peligroso oleaje de falta de ética es prevalecer intachable y tender hacia lo trascendente, hacia valores como la Verdad y el Bien, cuya base se afinca en la Razón y en la Libertad, valores de excelencia porque están ínsitos en los actos humanos que se ciñen a la Moral como valor óptimo en lo individual, y a la Ética en lo que atañe a la conducta profesional de cada periodista. La Moral asegura un infalible juicio de conciencia como capacidad de albedrío para reflexionar y elegir entre lo bueno o lo malo en relación consigo mismo y con el prójimo. La Ética, aplicada al periodismo sin separarla de su alta calidad orientadora como norma general para todo actuar individual y social, se reduce a la gran simplicidad lógica del deber ser. El deber ser representa una auténtica libertad. El hombre que hace lo que debe y no sólo lo que quiere, es un hombre realmente libre porque además actúa conforme a su recta razón, la cual no se opone a la libertad. Por eso la Moral conduce hacia el Bien; la Ética es la ruta recta hacia lo debido.
La profesión de periodista es en esencia una acción libre y responsable, destinada a ser un modo selecto de servir a la sociedad. Lamentablemente diversas circunstancias se anteponen al deber ser y prima lo utilitario. Pero lo utilitario no es un fin; es un medio regulado igualmente por la Ética, que sirve al hombre para vivir con decoro y sin menoscabar su importante rol como ser social.
La realidad y la experiencia enseñan que la Ética es la regla de mayor garantía, tanto para el periodismo como para sus destinatarios.
Estamos seguros que la competitividad, como concepto económico llevado a la práctica en las empresas del sector, funciona éticamente por la calidad del material periodístico, por la seriedad del medio y la idoneidad de su personal, así como por la honestidad del mensaje. Por eso la noticia es un bien público más que un factor de valor económico. Debe valer por sí misma; no tiene equivalencia comercial.

La Tv y el respeto al televidente

No hay retiro más pacífico y menos expuesto a la perturbación ajena que lo recóndito, lo profundo de uno mismo, allí donde impera el silencio del espíritu y fluyen el pensamiento y la memoria, en lo más íntimo del ser.
Sin embargo, muchas veces ese retiro, lugar inviolable de la persona, es invadido sin respeto ni consideración. La intimidad sufre allanamientos y es exhibida como un espectáculo público. Son los que fungen de periodistas y productores de televisión y los buscadores de “dramas”, quienes hurgan en lo más hondo de la vida privada para hacer próspero el inicuo negocio del escándalo. Otras veces, por necesidad económica de los protagonistas y/o por un torpe sentido de figuración, se prestan a este descarado develamiento de su vida o fungen de actores en base a un libreto.
Lo íntimo y lo privado de la persona constituyen derechos inviolables, pero diferentes en lo que respecta a la reserva y al interés. Es difícil encontrar el término de uno y el comienzo del otro; casi no existe límite. Pero allí están y es deber ético del periodista y de los responsables de los medios de comunicación social reconocerlos y respetarlos. Lo íntimo es lo que no se comparte con nadie, aquello de lo cual no se hace partícipe a otro; es lo más profundo y secreto del yo -y, acaso, de yo y tú-; es lo que está al margen del conocimiento no solamente público, sino de cualquier otra persona.
En cambio lo privado está expuesto al conocimiento cuando la persona tiene alguna notoriedad, figuración, cargo o algo que hace de ella un personaje público. No obstante, lo íntimo de éste es intocable; lo que se relaciona en alguna forma con su vida pública puede ser objeto de información y hasta de comentario adverso o favorable, según los hechos y la responsabilidad de dicha persona en relación con el cargo, función o actividad que desempeñe.
No hay nada que humana y moralmente justifique indagar, enterarse y divulgar lo íntimo de nadie. Lo privado, si es de importancia pública, exige tino y siempre que su conocimiento sea necesario para la sociedad. El periodista está obligado a respetar el derecho de toda persona a su intimidad; la vida privada es inviolable, salvo el caso extremo de bien y necesidad públicos. Ella es patrimonio moral del titular y de su familia. Todo aquel que ejerce como periodista o empresario responsable de los medios de comunicación social está en la obligación de saber qué se debe decir y cómo. Es como quien no está enterado de la vigencia de la ley; esta circunstancia no lo exime de cumplirla.
Para informar no es necesario hincar con la pluma hasta lo más hondo del sentimiento humano; hacerlo es flagrante falta de respeto al padecimiento de quienes afrontan situaciones de infortunio.
La prensa tiene la responsabilidad de ser consecuente con su noble papel, ha de ser informador juicioso, mesurado; hacer de público conocimiento los hechos sin escándalo y sin esa prepotencia de decir “fuimos los primeros”.

Los 80 Años de la Scuola Antonio Raimondi

El historiador Jorge Basadre G. en su libro Historia de la República del Perú (1822-1933) sostiene que Augusto Catanzaro, nació en Nervi (Génova) en 1861, llegando al Perú con sus padres y hermanos en 1878; su padre fue el capitán de travesía Francisco Catanzaro y sus hermanos Angel y Juan tuvieron una empresa dedicada al transporte. La familia participó en las batallas de San Juan y Miraflores en el batallón de César Canevaro.
Augusto Catanzaro tenía el grado de profesor normalista, por lo que dirigió durante algunos años la Escuela Italiana del Callao (después llamada Escuela Regina Margherita). Posteriormente, entre 1896-1910 y 1914-1928 tuvo a su cargo el Colegio Italiano Mixto Humberto I de Lima, fundado en 1872. Ejerció el magisterio por casi medio siglo, entre sus alumnos destacaron figuras de las familias italianas, entre ellas los Boggio, Costa, D´Onofrio, Dasso, Denegri, Gerbolini, Isola, Mazzi, Nicolini, Nosiglia, Piaggio, Puccinelli, Raffo, Ratto, Traverso y otros.
Don Augusto Catanzaro recibió del Gobierno italiano una de las tres medallas de oro otorgadas anualmente en el mundo como premio a la labor cultural y de acercamiento en los países en que radican las colonias de la lengua del Dante. Vivió consagrado a su labor eminentemente docente, aunque dejó una dispersa obra literaria –según sostiene Basadre- en la que destaca una traducción al castellano del poema de Giacomo Lopardi Bruto el Menor. Jubilado en 1930, falleció tres años después.
A su memoria un grupo de sus exalumnos erigió un busto con su efigie en el patio central de la seccón primaria en el Colegio Italiano Antonio Raimondi, de la Av. Arequipa, que está cumpliendo 80 años de fundado.
En las postrimerías de la década de 1920 hubo un grupo de residentes italianos afincados en el Perú, en el que destacaron los hombres de negocios Pietro Vaccari, Gino Salocchi y Luigi Sanguinetti, este último fue quien donó 500 liras italianas, sus compatriotas Giovanni Raffo y Fortunato Brescia cedieron el terreno en Santa Beatríz, bajo el auspicio de G. B. Beverini, ministro italiano acreditado en Lima y el apoyo del Gobierno italiano y otras contribuciones significativas de los miembros de la colectividad azurri, se logró reunir los fondos necesarios para construir la Scuola Italo Peruviana Antonio Raimondi en la avenida llamada por aquel entonces Augusto B. Leguía (ahora Av. Arequipa). Asimismo colaboraron económicamente el Banco Italiano (hoy Banco de Crédito del Perú), la Sociedad de Beneficencia Italiana y otras entidades italianas en el Perú.
Desde abril de 1930 comenzó a funcionar la scuola, con dos secciones, una para varones y la otra para damas, confiada esta última a la Congregación de las Hijas de Santa Ana, que ya tenían a su cargo la Escuela Humberto I desde 1904. El primer director fue don Siro Simoni, la ceremonia oficial de inauguración se realizó el 19 de junio de 1930, con la asistencia del entonces Presidente de la República don Augusto B. Leguía.
La scuola se enorgulleció de haber sido el primer centro educativo que aplicó en el Perú el método llamado Montessori, según afirma el historiador J. Basadre en su obra citada. Entre los profesores que enaltecieron al Colegio Italiano Antonio Raimondi figuraron: Julio C. Tello, Raúl Porras Barrenechea, José Jiménez Borja, Francisco Miro Quesada Rada -Director de El Comercio- Jorge Puccinelli, Carlos Rodríguez Pastor y Raúl Ferrero Rebagliati.
En setiembre de 1930 apareció el primer número de Raimondi, organo oficial del colegio, dirigido por Ramiro Prialé y José Durbiano el cual tuvo una duración de cerca de un quinquenio y en Noviembre del 2006 el Dr. Lucio Domingo Berisso Porcella, Presidente de la Asociación de Exalumnos de la Scuola Italiana Antonio Raimondi presentó La Scuola revista oficial de la Asociación, que versó sobre la querida e inolvidable scuola de maestros ilustres como Giorgio Valli, Nicolla Colombo, Rosa Dinni, Teòfilo Torrejón, Hugo Almeyda, Nancy Baluarte, Susana Llontop, entre otros, paradigmas del saber, que esculpieron con tesón toda su sabiduría, al recuerdo y la memoria de ellos es esta publicación y de nosotros como exalumnos raimondinos, para estrechar aún más los lazos insoslayables que perduran a pesar del tiempo ido...dijo en su presentación.
Gracias por tanto que recibí de mis profesores del inolvidable y antiguo Raimondi, gracias a mis padres que me pusieron allí, gracias a ustedes que los conocí y somos como hermanos de un mismo hogar, el Raimondi de la Av. Arequipa de siempre y por siempre.

Nuestra Identidad Nacional

La identidad nacional significa adentrarse en un complejo sistema de realidades, debido al vasto significado de la palabra identidad, desde todo punto de vista. Se puede tomar como igualdad o equivalencia. En efecto, la identificación resulta de la igualdad en determinados aspectos que unifican a las personas y a los pueblos. Es coincidencia, cuando ésta junta, aglutina opiniones, pensamientos, ideas y hasta actitudes. Es afinidad cuando hay semejanza, relación, correspondencia entre una corriente y otra. Es unión, compatibilidad, si personas, grupos, sociedades, naciones, se unen para una misma causa, en lo que se denomina “Aldea Global”.
El cuadro comparativo de la identidad es aún mucho más extenso. Abarca inclusive la integración como fenómeno psicológico y cultural por las que un hombre individual, una sociedad, un grupo o un país hacen suyas las normas vigentes. Es también el complejo que resulta de un conjunto de elementos propios en una sociedad. La identidad como tal, y la integración como extensión, puede ser, entre otras, de orden cultural, normativa, comunicativa y funcional, según como se le aplique. La identidad es el resultado del razonamiento, de la aplicación inteligente y lógica de la facultad de pensar, y de la voluntad libre inherente del hombre, como ser humano.
Cada uno se identifica con aquello con lo que coincide, con lo que está de acuerdo, con lo que practica, con lo que es una guía en su diario devenir. Los que se identifican con el bien, con lo bueno en esencia, no lo están respecto a lo malo; el que hace una caridad u ofrenda, una ayuda no se identifica con el robo, la estafa, etc. La identidad es un sentimiento que se construye y consolida en el tiempo, pudiéndose advertir que existe en cuanto una comunidad de individuos refleja sentimientos de pertenencia y de identificación con uno mismo, con el país y el territorio, con una misma cultura, con una misma etnia, cuando tiene la misma memoria colectiva y coincide en su propio ser. Identidad es mucho más, es conducta, ideologías, comportamientos equivalentes en unos casos y en otros antagónicos. Inclusive es abstención -el no hacer lo debido o necesario-.
En el caso del periodismo, la identidad -cómo identificación- es la coincidencia que ha de haber entre el periodista y el medio de comunicación social en el que se trabaja. Esta identidad representa no solo una actitud de lealtad sino un comportamiento ético consigo mismo -deber de conciencia y con el público-. En este caso como en cualquier otro de la vida cotidiana, si no hay, si no existe correspondencia entre lo que se hace y lo que de veras se siente o se considera lo debido, falla entonces la identidad; ésta no existe.
La identidad nacional existe por múltiples factores. Entre ellos una sólida conciencia de la realidad y el deber para con el país, con la patria; ello obliga a una conducta de lealtad, de honestidad, de amor al Perú, en el que hemos nacido. Aquí surge la identidad con la nación; somos de aquí y no de otro lado.
Hay identidad nacional en la diversidad étnica; somos mestizos por la confluencia racial habida en el Perú, con predominio de lo nuestro, lo ancestral, lo que es de veras irrenunciable. Existe identidad nacional, porque compartimos con orgullo una misma historia y una misma tradición.

El Derecho de Respuesta

. La Constitución Política del Perú Art. 2, inc. 7 garantiza el derecho de toda persona: “Al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así como a la voz y a la imagen propias. Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviada en cualquier medio de comunicación social tiene derecho a que éste se rectifique en forma gratuita, inmediata y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley”. Se prevé así el derecho de respuesta.
El antiguo Derecho de Respuesta surgió en Francia por ley del 25 de marzo de 1822. Después, en los cantones suizos de Vaud, Tessino, Grisons y Berna. Luego se adoptó en Bélgica y se extendió a otros países. En el Perú se incluyó en el Art. 7 de la Ley de Imprenta No. 10309 del 14 de diciembre de 1945. La Constitución de 1979 reconoció este derecho en el Art. 2, inc. 5. Y, la actual, en el Art. 2, inc. 7 bajo las responsabilidades de ley.
¿Qué es el Derecho de Respuesta y por qué no figura en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aunque sí en la Convención de San José de Costa Rica (Art. 14)? Es la facultad de toda persona afectada por algún medio de comunicación social, a valerse del mismo para responder, para que se aclare o se rectifique el error en la información lesiva, equivocada o falsa en todo o en parte.
El Derecho de Respuesta en cualquiera de sus formas no es aplicable a la opinión, a la crítica. Ni una ni otra son rectificables. Sólo es válido para errores o deslices en lo informativo. Fundamentalmente el Derecho de Respuesta es de orden moral. El periodista y el medio están obligados más que por compulsión de la ley, por mandato de conciencia, por ineludible cumplimiento de la ética periodística, cuando se reconoce que hubo error. Este hay que subsanarlo por deber, aunque no haya petición de parte.
El Derecho de Respuesta mañosamente invocado puede intentar “aclarar” o impedir la difusión sucesiva de lo que es de interés público, aduciendo supuesta falsedad. Es frecuente que la prensa suele ser víctima del Derecho de Respuesta cuando, por intereses políticos, se desmiente una información cierta porque perturba, incomoda a los comprometidos en el suceso: autoridades del gobierno, militares, policías, jueces y otros. Entonces se abusa del “desmentido” o se remite al medio una información oficial. El Derecho de Respuesta y/o Rectificación es una medida restrictiva de la libertad de prensa, cuyo mecanismo se presenta complicado. Este peligro es más evidente cuando a regímenes autoritarios, despóticos, les representa un “tropezón” las informaciones. Es preciso que el Estado se mantenga fuera del proceso informativo; que no se preocupe de deslindar lo verdadero de lo erróneo, puesto que cualquier injerencia es sospechosa de estar dirigida contra aquellas informaciones y opiniones que contradigan los puntos de vista oficiales.
El Derecho de Respuesta es una facultad que existe en todas las legislaciones modernas. Puede parecer raro pero aun en las legislaciones más lesivas a la libertad de expresión figura el Derecho de Respuesta. Aunque algunos lo confunden con la rectificación y con la aclaración, no es lo mismo; los tres forman parte del derecho de la persona de dejar en claro su reputación, su buen nombre, la buena fama a que todo ser humano tiene derecho.
El Derecho de Respuesta es cuando una persona contesta lo que otra ha publicado sobre aquélla; generalmente son cartas de terceros que se difunden en uno u otro medio de comunicación, o también expresiones que se vierten durante una entrevista periodística en radio y/o televisión. En este caso, la respuesta no es al medio de comunicación, sino a quien dijo algo acerca de quien responde, valiéndose de tal medio.
El Derecho de Rectificación se ejerce hacia el medio que publicó una noticia, una información o hizo una referencia equivocada. El error, entonces, se rectifica. En este caso no se tiene en cuenta la buena o mala fe que hubiese habido en el yerro; si éste fue a propósito o no. El ánimo de injuria, de ofensa, es difícil de probar. Por eso la única acción compensatoria es la rectificación.
El Derecho de Aclaración es la facultad que se tiene de aclarar algo que se considera oscuro, enredado o difícil de entender. Un caso clásico en esto son las aclaraciones por homónimos y se ejerce directamente con el medio de comunicación.
Cuando se trata de instituciones, clubes, asociaciones y otras, no funciona este Derecho de Respuesta, el cual sólo es a favor de personas naturales. El Derecho de Respuesta es “conditio sine qua non” de la responsabilidad del periodista y ha de hacerse la publicación rectificatoria o la aclaratoria según sea el caso, aun sin necesidad de la petición de parte. Lo ético es hacerlo sin que haya solicitud notarial o por vía judicial. Para invocar el Derecho de Respuesta tienen que existir todas las razones o causales justificativas, para evitar abusos del reclamante. Por lo general el Derecho de Respuesta se aplica en casos graves, delicados, de difamación o de calumnia.
No hay bien jurídico mayor -después de la vida- que el honor, la reputación, la buena fama. El derecho de informar del periodista -y hasta su deber de hacerlo-, así como del público a saber, a estar enterado, son bienes de menor jerarquía que aquéllos. El Derecho de Respuesta trasciende su naturaleza y procedimiento jurídicos. Es, en esencia, un deber ético no caer en motivo de ofrecer respuesta, rectificación o aclaración. Y si se incurre en ella, hay que tener la hidalguía de enmendar el error.

El 5 de abril de 1992: A 18 años de la afrenta a la constitucionalidad

C. Alfredo Vignolo G. del V.
Ex-Director General de Prensa y Comunicaciones del Senado de la República

El 5 de abril se conmemoró 18 años de la afrenta que provocó el ingeniero Alberto Fujimori quien, con el apoyo de la cúpula militar, arraso la constitucionalidad, disolviendo el Congreso de la República tras 163 años de existencia -el primero de setiembre de 1829 se realizó la primera sesión del Senado de la República, presidida por Andrés Reyes-, intervino el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Tribunal de Garantías Constitucionales y la Contraloría General de la República. Con el golpe cívico-militar se autodenominaron Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional, el cual convocó a una Asamblea Constituyente, llamada Congreso Constituyente Democrático (CCD), unicameral, presidido por Jaime Yoshiyama Tanaka –quien ahora resucitó muy orondo al lado de Keiko en plena campaña- el cual elaboró la nueva Constitución Política del Estado sometida a un referéndum amañado y que fue promulgado el 31 de octubre de 1993.
Ello significó el quiebre del sistema democrático y marcó el carácter inconstitucional del régimen del dictador y hoy juzgado Fujimori. El golpe fue aprobado por el 80% de la población según las encuestas, que admitieron la acción del “chino” el cual como consecuencia de esta audacia volvía a repuntar en su popularidad.
Hasta antes de alcanzar el sillón de Palacio de Gobierno el inefable Fujimori, la derecha estaba agrupada en el Frente Democrático (Fredemo) que incluía a Acción Popular (AP), al Partido Popular Cristiano (PPC) y al grupo Socialismo y Democracia (Sode). Mario Vargas Llosa, líder del Fredemo, centró su campaña en anunciar políticas de “shock” económico; la Izquierda Unida con Alfonso Barrantes Lingán quien ocupaba el primer lugar en las encuestas medio año antes de las elecciones se dividió.
El APRA tuvo que enfrentar el desgaste de sus últimos años de gobierno. En ese escenario apareció un desconocido en política Fujimori, ex rector de la Universidad Nacional Agraria (UNA); el cual se logró codear con pastores evangélicos que le hicieron una campaña puerta por puerta. A dos meses de las elecciones el “tsunami” Fujimori comenzó “in crescendo” hasta lograr un sorprendente segundo lugar en las encuestas con un 29.1%, el APRA alcanzó 22.5%, la Izquierda Unida 8.2% y Alfonso Barrantes 4.7%. Con esa votación pasó a la segunda vuelta junto con Vargas Llosa que consiguió el 32.6%.
El grupo parlamentario oficialista Cambio 90 no tenía mayoría en las Cámaras, por lo que se vio obligado a negociar alianzas. El sistema de los partidos políticos enfrentaban una seria crisis. Empieza así desde el gobierno una campaña de desprestigio contra los partidos tradicionales y el régimen político definido por la Constitución de 1979, sindicándolos como responsables del deterioro y la violencia política. Fujimori firmó más de un centenar de decretos legislativos que iban mucho más allá de las facultades otorgadas por el Congreso de la República.
El Poder Legislativo los derogó y esto provocó la irritación de Fujimori. En CADE de 1991 insinuó: “Que si el Perú no requería un emperador o un gobierno de diez años que pusiera en orden las cosas”, clarinada de alerta que no fue tomada en cuenta. Días después refiriéndose a los diputados y senadores los trató de “lavadores de dinero” lo que casi origina su destitución, por parte de los parlamentarios irritados con semejante improperio. La Cámara de Diputados era presidida por Roberto Ramírez del Villar y el Senado por Felipe Osterling Parodi.
El 3 de abril del 2003 se aprobó en el Congreso de la República con 74 votos a favor, 16 en contra y 3 abstenciones la vuelta a la bicameralidad, es decir, diputados y senadores. Han transcurrido 7 años y lo aprobado en el Congreso hasta el momento es letra muerta.
Durante toda la época republicana el Senado defendió la constitucionalidad en el país y afirmó los principios de justicia, libertad y democracia. Esperemos que el Senado que se instaure en el próximo gobierno –depende de los actuales congresistas- se ciña a los antecedentes históricos y a la vez a las exigencias modernas, de acuerdo tanto a la estructura constitucional del Estado como con satisfacer, con leyes justas y sabias, oportunas y de utilidad nacional, al pueblo, a cuyo servicio debe estar como resultado legítimo del mandato soberano