viernes, 8 de julio de 2011

CARTA DE RENUNCIA A LA DIRECCIÓN GENERAL DE LA REVISTA “GENTE”

Lima, 17 de junio del 2011

Señor
ENRIQUE ESCARDÓ VALLEJO GALLO
Director-Fundador
Revista “Gente”
Ciudad.-

Estimado Enrique:

Por respeto a la memoria de mi padre y a lo que él me inculcó, el apellido que tengo, el legado que dejaré a mis hijos y nietos me impiden seguir colaborando en la dirección general de Gente; agradeciéndote la confianza dispensada, sin embargo hechos que van contra mis principios éticos han dado lugar a mi alejamiento definitivo de dicha publicación.

La Libertad de Prensa en todas sus formas en que se le considere y cualquiera sea el medio empleado y con una práctica responsable es una de las mayores garantías para el Estado de Derecho, la democracia, la justicia, la paz y los derechos humanos.

Sin embargo, las personas que fungen de periodistas –y tú lo haz reconocido que no lo son- que manejan Gente y tú, deberían imponerse reglas de conducta profesional que regulen el trabajo y sirvan para una auto-disciplina, sobre la base de lo más perfecto que puede tener el hombre: la moral. Y ello porque he visto con estupor y vergüenza como comercializan, negocian y cobran reportajes en efectivo o en canje, donde ni siquiera aparece la palabra publi-reportaje, la noticia Enrique, es un bien público, más que un factor de orden económico, ha de valer por su contenido, no tiene equivalencia económica. Se viene utilizando sin descaro la acreditación como periodista de Gente, para usufructuar de ello.

No todo lo que se imprime, filma, graba o transmite tiene categoría periodística, están lucrando sin descaro y aprovechándose del ejercicio periodístico para solicitar pagos a cambio de la publicación de alguna noticia, en desmedro de la imagen tuya y de Gente que tiene más de medio siglo. No se puede publicar como noticia de interés público, lo que por su naturaleza es material publicitario, salvo en las secciones identificables que designes para ello y que el lector pueda reconocer como publi-reportaje. Hay que diferenciar lo periodístico de lo comercial y/o publicitario. No se puede moral y éticamente recibir pagos por informaciones periodísticas.

Estoy convencido por lo que mi padre me inculcó y se lo transmito a mi hijo -también periodista- que el periodista tiene el deber de ser digno de la confianza de la sociedad y de la credibilidad que ha de merecer su palabra. Hay que lograr el aprecio y el reconocimiento de la sociedad, a la cual se sirve; sin embargo basta ver Gente para darse cuenta como se ha lotizado hasta la carátula, la cantidad de errores ortográficos, los magros sueldos que pagas, las comisiones que das a tus periodistas por cada publi-reportaje, lo que amerita que Gente después de haber sido un semanario, salga una vez al mes; no es cuestión de que el anterior personal te haya puesto petardos como dices, es cuestión de ética profesional y buen manejo periodístico; las personas que fungen de periodistas en Gente cumplen su cometido con un propósito distinto al de la profesión, con desmedro de ésta, de la calidad del trabajo y del prestigio del cual alguna vez tuvo Gente, hoy se ha prostituído para vergüenza de la profesión.

Los periodistas estamos moralmente obligados a ejercer con honestidad, debiendo honrar nuestra profesión y hacer que se le respete. Hay que ser dignos de la Libertad de Prensa, considerando en ella las libertades de información, opinión, expresión en todas su formas. No existe libertad irrestricta de prensa; su límite natural es el derecho ajeno.

Como dijera Don Manuel Jesús Orbegozo, en el artículo publicado en El Comercio el 13 de agosto de 1998: “Conozco a Alfredo, hijo de Alfredo Vignolo Maldonado primer periodista profesional oleado y sacramentado en la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica, quien nos ofreció, hace algunos años, un gesto igual en tiempos en que el país vivía una implacable dictadura militar. Alfredo renunció a su cargo sin importarle que se iba a quedar sin trabajo, como que así fue. Lo mismo le va a pasar a Alfredo, hijo. Pero, en estos casos, creo que es mucho mejor irse a morir a pausas en cualquier playa del hambre antes que doblegar la cerviz. El periodismo tiene su ética que nosotros debemos honrar. Como dijo en una nota que he propalado por intermedio de mi página web, me enorgullezco de ser amigo de los dos Vignolo y los felicito por su actitud, lo que me hace pensar que la ética, -que se aprende en el hogar, se reafirma en colegios y universidades y, luego, se corrobora y ejerce en la vida social-, puede ser genética. Pero, por lo menos, esta noche y todas las noches de sus vidas, ambos Vignolo podrán dormir tranquilos, que ya es un triunfo sobre las mezquindades de los hombres. Lección de ética periodística y un gesto de dignidad que debemos celebrar periodistas o no, justamente ahora cuando la ética, en general anda devaluada”.

Atentamente,

C. Alfredo Vignolo G. del V.

CPP 2638

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